La llegada a América no sólo trajo el oro y las gemas del otro lado del Atlántico, sino otros productos desconocidos en España y Europa que un día se convertirían en emblema del país y la gastronomía del continente. Las patatas y los tomates -por ejemplo- se han convertido en dos de los principales ingredientes usados en la mayoría de los países europeos. El chocolate no escapó a este “destino” y hoy en día es consumido en grandes cantidades por toda Europa.
Chocolate
Cuando hablamos sobre el chocolate pensamos acerca de Bélgica, Suiza o Francia. Pero tendemos a olvidar que fueron los españoles los que introdujeron el cacao. Sin embargo, no se sabe exactamente cómo fue traído.
Algunos dicen que fue el propio Hernán Cortés que lo envió para que el emperador Carlos V pudiera saborearlo. Los que defienden esta teoría puede tener razón, sin embargo, es más probable que los eruditos (clérigos) que estaban con Cortés fueran los que se dieran cuenta del potencial del cacao.
El chocolate en España tradicionalmente se consume como una bebida caliente. El país llegó a ser tan adicto a ella que la iglesia y las autoridades intervinieron, afortunadamente no con mucho éxito, y por eso hoy en día se puede disfrutar de un delicioso chocolate con churros.
La controversia en la Iglesia
El chocolate en España se consumía como una medicina para curar la debilidad orgánica, pero no pasaría mucho tiempo hasta que se convirtió casi en una adicción en todo el país; por ejemplo, en el siglo 15 se recomendaba para el estreñimiento.
El consumo de chocolate en el siglo 17 no fue por razones médicas sino porque era delicioso. La preparación cambió agregando al cacao, azúcar y canela o vainilla. Sin embargo a la gente le gustaba demasiado -para el gusto de la iglesia- y se prohibió a los feligreses tomar el chocolate dentro de las iglesias, conventos y otras casas de oración.
Chocolate en España
El chocolate en España se consumía en todas partes, en cualquier momento, y a las autoridades no les gustaba la situación; por lo que en 1644 se decretó que el chocolate no podía ser vendido como una bebida en cualquier lugar, ni tiendas, ni casas, por lo que sólo podría venderse en tabletas, obligando la gente a consumirla en el hogar y así evitar beber en espacios públicos.
Y así, los problemas comenzaron. La iglesia decidió intervenir, pero sus propias filas se llenaron de “bebedores de chocolate”. ¿Por qué? Bueno, aparte del hecho de que a la gente le encantaba su sabor, fue el hecho de que la propia iglesia había proclamado el chocolate como una bebida para las personas dedicadas a los estudios y tareas de oficina, y con esta descripción básicamente se estaban representando a sí mismos. Por otro lado tenían que ayunar, y el chocolate habían resultado ser un buen paliativo del hambre. La iglesia católica en España inició una confrontación interna para deshacerse del hábito de beber chocolate. Los detractores afirmaron que beber chocolate básicamente arruinaba todo el propósito del ayuno y sacrificio, ya que era tan nutritivo que se consideraba prácticamente un alimento.
El argumento fue largo y duro, al final el Papa Pío V decretó que el chocolate era permitido (él mismo era un gran bebedor de chocolate), no obstante, algunas órdenes religiosas en España decidieron prohibir el producto.
Falsificación
Dejando a un lado de la iglesia, el chocolate en España presentaba otro problema: la falsificación.
La materia prima era un poco cara, todo el mundo quería y los oportunistas decidieron tomar ventaja de esto. Hubo algunas falsificaciones que eran inofensivas, ya que todos los productos que contenía eran comestibles, como harina o almidón, cáscara de naranja y otros ingredientes muy baratos en comparación.
La peor falsificación incluye grasa animal, aceite, mantequilla o incluso yema de huevo, que se ponen rancios después de un cierto período de tiempo. Otros realmente añadían aserrín, polvo de orujo y la corteza de cacao. Los peores incluyeron cinabrio, sulfuro de mercurio rojo y polvo de plomo rojo u ocre rojo para darle color.
Sin embargo, esto no sólo sucedió en España, sino en la mayoría de países europeos.
Hoy en día, por supuesto, no hay nada de qué preocuparse y el chocolate en España (y en Europa) ya no está falsificado y es posible disfrutarlo a precios muy modestos, así que cuando puedas disfruta de una buena taza de chocolate caliente, y mejor aún si la acompañas con unos deliciosos churros.
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